sábado, 17 de noviembre de 2007

Parábola de la cizaña (Mateo 13: 24-30)

Ésta es otra de esas parábolas en las que Jesús alude a la agricultura. Para la gente de la época esas analogías constituían una forma muy fácil de ver qué pasaba en la vida del espíritu. Las abstracciones a las que los sometían los fariseos y los escribas eran de cierta manera una forma de enajenarlos del significado de las Sagradas Escrituras. Jesús, en cambio, les daba acceso a ese significado. No obstante, en algunos momentos, Cristo tiene que explicarles las parábolas a sus propios discípulos.

En este relato, Jesús nos hace ver varios aspectos de la vida espiritual y cotidiana. Primero, vemos que el sembrador en este cuento siembra buena semilla. Todos nosotros tratamos de inculcar buenos valores en las personas que están a nuestro cargo, ya sean hijos(as), ya sean estudiantes, empleados(as), feligreses, etc, ya sea por medio de la disciplina o de las reglas para el buen convivir. Queremos siempre lo mejor para ellos(as), y deseamos que vivan felices.

Segundo, dice que cuando estaban durmiendo vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo. En Puerto Rico decimos que "meter cizaña" es hablar mal del prójimo cuando la gente tiene buena opinión de él, desacreditar una empresa hablando mal de ella o haciendo cosas para que la gente piense mal, desacreditar al gobierno si está haciendo buen trabajo. También podemos sembrar cizaña cuando dudamos de la palabra de Dios y lo decimos. Muchas veces andamos por el mundo tratando de convencer a la gente de lo inteligentes que somos. Para eso, tenemos que poseer argumentos críticos para todo aquello que nos parece dudoso. La Palabra tiene infinidad de temas, relatos y anécdotas que hay que creer por fe. No podemos darnos a la tarea de desmitificarlo todo para que el mundo nos provea reconocimiento. Sí hay que poner en perspectiva todo aquello que se pueda prestar a malas interpretaciones, pero no decirle a todo el mundo que la palabra de Dios es una sarta de mitos y fantasías. Tampoco podemos interpretar los significados a nuestra conveniencia. Recuerdo el caso de una feligresa de mi parroquia. Gente de una secta la fue a visitar y cuando supieron que era católica, comenzaron a desacreditar a los sacerdotes. Ella muy tranquilamente les dijo que no quería pertenecer a una fe cristiana que para ganar adeptos juzgara mal a los demás, y les recitó el verso de Jesús que dice: "No juzguen para que no sean juzgados."

Hoy día nos hemos dormido en las pajas, como dice el refrán. El enemigo ha sembrado mucha cizaña. La gente cree que pensar libremente significa construir el mundo a tu medida. Por eso, si se emite una ley, la gente comienza a leerla desde su perspectiva personal. Sólo hay que mirar las carreteras, y ver cómo la gente rebasa las luces rojas o los "pares" o altos. Ver cómo deciden la manera de pagar los impuestos, cómo se las ingenian para que los hijos e hijas obtengan buenas notas en las escuelas. Todo con la cizaña que nos han metido: la mentira, la relatividad, la hipocresía. Pablo VI dijo que el humo del demonio se había metido en los templos. Hoy eso se ve cada vez más. Y es que la cizaña que ha metido el mundo es nada más y nada menos que el ego. Hoy se levanta más el ego que nunca. La gente se hace más cirugías plásticas para verse bien, se operan partes del cuerpo, se someten a dietas onerosas para tratar de no engordar y lucir más jóvenes. Se nos inculca un falso sentido de asertividad cuando se nos dice que vivimos para nosotros y que nadie debe meterse en nuestra vida, con lo que sacamos automáticamente a todo el mundo, incluyendo a nuestra familia, de nuestra existencia. Más aun, se nos enseña que el amor es libre, y con eso, que puede ser una verdad como un templo, la gente lo interpreta como sexo libre. De ahí a creer que somos dueños de todo lo que nos compete es un paso. Creemos que somos dueños de nuestra vida, y le decimos a la gente que no debemos dejar a los enfermos sufrir, porque hay que darles dignidad, y los matamos para que no sufran. También matamos a inocente en la silla eléctrica, porque hay que vengarse por las muertes que ellos han causado. Lo curioso es que ponemos carteles cristianos que dicen que en nuestras casas se practica la religión. Nuestras oficinas están llenas de imágenes de Jesús y de la Virgen. Hay incluso torturadores en países dictatoriales que van a misa y dan limosna para la Iglesia.

Enseñamos asimismo a los niños a no respetar la naturaleza. He visto un documental en el que hay padres y madres que les dicen a sus hijos que eso del calentamiento global es una mentira de Al Gore para ganar las elecciones. Y les dan lecciones "científicas" para que vean que eso no es así. El presidente Bush les dijo a sus seguidores que si elegían a Al Gore, éste iba a llenar el mundo de pajaritos y de mariposas. La reverencia por el mundo que nos rodea se ha ido perdiendo porque hemos entronizado al Señor Dinero. Por eso no creemos lo que los ambientalistas dicen. La cizaña se ha metido en la publicidad, que no cesa de darnos mensajes de comodidad, individualidad, de aislamiento, de poca solidaridad.

No terminaríamos nunca de ver la maleza que se ha juntado con el trigo. Pero lo cierto es que no hay que esperar al fin del mundo para ver cómo Dios la saca. Dios nos lo hará ver el día que nos vayamos a juntar con Él. Sabremos cuántas medias verdades dijimos, cuántas mentiras, cuántas veces fuimos relativistas. Todo eso lo veremos en nuestro último día. Y Dios se encargará de podar la maleza y dejar nuestra alma limpia. Confiemos en que el Espíritu nos haga ver la cizaña en nuestro trigo, y que la podamos podar para beneficio de nuestra alma.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Parábola del sembrador (Mateo 13:3-9; Mc 4:3-9; Lucas 8:5-8)

Esta parábola, que parte de una analogía con el mundo de la agricultura, tiene que ver tanto con la espiritualidad como con la educación. Jesús nos pone frente a un hecho cotidiano con las cosechas. La gente que oye la palabra y la acoge con gusto, la que la oye y las pruebas lo echan atrás y la que la oye y las preocupaciones del mundo la suprimen.

En términos de la espiritualidad, muchos de los cristianos(as) vamos a un retiro, por ejemplo y allí nos convertimos. Nos parece que estamos en el cielo y que lo que acabamos de escuchar es sencillamente maravilloso. Algunos perseveramos por muchas razones: hacemos lo que se nos recomienda, vamos a misa, oramos diariamente, visitamos el Santísimo como fuente de vitalidad en el espíritu, hacemos obras de caridad. Otros vamos a misa los primeros días después de la experiencia, pero encontramos que hay demasiadas responsabilidades en la Iglesia. No queremos eso de estar atados a un compromiso dominical por si otras cosas aparecen. Ponemos primero nuestra comodidad, nuestro bienestar físico y social. Otros nos dejamos manipular por el enemigo: queremos más dinero, más tiempo de vacaciones, más comodidades, más reconocimiento social. Entendemos que la religión no se ve bien en los círculos intelectuales ni de negocios. Así que renunciamos a ella porque no vemos que nos traiga ningún beneficio tangible.

Es aquí, no obstante, cuando entra la educación. Educarse es como sembrar. Cada día debemos aprender cosas nuevas para poder seguir adelante en la vida. Educarse no es sólo aprender a leer y a escribir y conocer conceptos de las ciencias y las matemáticas. Educarse es asimismo formarse en la fe y el conocimiento de Dios. Y para conocer a Dios hay que estudiar: estudiar su palabra, estudiar el mundo que nos rodea para saber qué elementos pueden estar en contra de la voluntad de Dios, qué eventos pueden destruir nuestra devoción. La ignorancia es campo fértil para muchas cosas: la superstición, la malicia, la poca creatividad, incluso la enfermedad.

¿Por qué decimos estas cosas? La gente que no está al tanto de cómo funciona el mundo cae presa de la superstición. No es por casualidad que tantas personas creen en el horóscopo, al punto de no salir de sus casas si la predicción del día dice que tendrán un accidente o algo parecido. Hoy día hay mucho charlatán dedicado a dar consejos basados en la lectura de las estrellas por teléfono, y se hacen millonarios diciéndole a la gente lo que la gente descubriría si estudiara o se enterara por la observación minuciosa. Otros van a espiritistas para que les descubran el futuro, o les den números para la lotería. El mundo sobrenatural existe, pero es Dios quien lo gobierna con sus facultades omnímodas. Dios da a sus fieles los dones del Espíritu Santo que incluyen la interpretación de los signos, las lenguas extrañas, la ciencia infusa de conocer los espíritus y el don de profecía. Ninguno de esos dones se usa para beneficio personal. Dios los da para que ayudemos al prójimo. Tampoco los da para lucrarse ni para acomodarse en la vida.

Cuando somos ignorantes cometemos fechorías porque atribuimos lo que hacemos a un orden justo que sólo se acomoda a nuestra percepción. Nos dicen que Robin Hood luchaba por los derechos de los pobres porque les robaba a los ricos y les daba a los marginados. Eso hay que ponerlo en un contexto, porque de lo contrario pensaríamos que robar está bien si se hace para beneficiar a alguien en desventaja. No es lo mismo robarse una fruta para comérsela si uno está muerto de hambre y no tiene para pagarla que sistemáticamente meterte en un supermercado y comerte a escondidas las frutas, porque no tienes para pagarlas. Aunque a primera vista parece lo mismo, no lo es. Eso es lo que hacen algunas personas con materiales de su oficina. Muchos políticos corruptos han hecho eso, se han agenciado millones de dólares. Después dicen que eso es la justa paga por lo mucho que han hecho por el pueblo. Si leyéramos la palabra de Dios diariamente sabríamos siempre qué hacer en esas circunstancias. También ayudaría leer otros libros, sobre leyes, sobre argumentación, sobre filosofía, sobre espiritualidad. De esa manera sembramos en nuestra mente frutos apropiados, no patrañas ni falacias sacadas de programas de televisión, que lo que buscan es tener más "rating" y público.

Mientras menos nos educamos, menos creatividad tenemos. Informarnos nos provee inmensos recursos para que nuestra mente invente nuevas soluciones a los problemas, nuevas avenidas de empleos, de salud, de mejores modos de vivir. También nos ayuda a saber cómo vamos a socorrer efectivamente a la gente que lo necesita. En infinidad de ocasiones lo único que se nos ocurre es decirles a los menesterosos: "vete a trabajar," " haz algo con tu vida." Si eso lo hubiera pensado Madre Teresa de Calcuta, hoy no habría 68 conventos de religiosas dedicadas al cuidado de ancianos y enfermos. Si lo hubiera pensado San Vicente de Paúl no existirían las Hermanas de la Caridad dedicadas a eso mismo y a la educación de tantos jóvenes en el mundo.

Y finalmente, ser ignorantes nos puede causar la enfermedad. Si no conocemos el Evangelio, no podremos darnos cuenta de que Dios es la causa de la salud. Sólo hay que mirar los episodios en los que Jesús cura a la gente. La primera actitud es la fe de esas personas. La segunda es el agradecimiento. Jesús curó a la gente que se lo pedía. "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí." Gritaba el ciego. Y consiguió la curación. La hemorroísa no pudo pedírselo, por la multitud que lo rodeaba, pero se aferró a la fe de que aquel rabino la podría sanar, y así fue. Entonces sabremos que lo primero que debemos hacer para tener una buena salud es pedírsela a Dios todos los días. Lo segundo es conocer cuál es el plan de Dios para la naturaleza. Saber cuáles son los mejores alimentos, qué debemos hacer para mejorar nuestro cuerpo, como el ejercicio. Saber también qué alimentos, comidas y bebidas debemos evitar. Somos locos con los dulces, pero la medicina dice que es lo que se convierte en triglicéridos, y que las acumulaciones de azúcar pueden ser causa de cáncer. Si no leemos, ¿como nos enteraremos de datos como éstos?

Así que la parábola del sembrador nos apunta en dos direcciones, la espiritualidad y la educación, para vivir una vida plena, dedicada al Señor. Y también lo que diría Jesús que tendremos para este mundo: "el ciento por uno."

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Nuevo ciclo y agradecimiento

Hoy he terminado las meditaciones en torno al Santo Rosario. Comenzaré un nuevo ciclo en el que reflexionaré sobre las parábolas del Señor.

Me he fijado que a este blog entra gente de distintas partes del mundo: España, Argentina, Francia, Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico, Venezuela, Chile. Eso me emociona porque veo que en todo el mundo existe una sed de amar a Dios.

Quiero agradecer al directorio de blogs católicos, al directorio católico y al portal amoadios.es por referir personas a este lugar. Esta solidaridad hace posible el que la palabra de Dios pasee por el mundo y llegue a hacer bien en diversos corazones. Espero que algún día se motiven a comentar y a compartir sus propias meditaciones conmigo y con el mundo. Un abrazo en Cristo y María.

Quinto misterio glorioso: La coronación de la Virgen como Reina de la creación (Apocalipsis 12:1)

Éste es otro misterio perteneciente a la tradición de la Iglesia. En el libro de las Revelaciones aparece esta mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas. El proceso que le sigue a esta descripción es un parto. Evidentemente esto apunta hacia María, quien en el proceso de los siglos dio a luz a Jesús. Pero más aún, este misterio puede muy bien querer significar otra cosa muy distinta. Si hemos seguido de cerca la meditación de los misterios del rosario, algo queda meridianamente claro: María, al darnos esta devoción nos señala la forma de convertirnos en verdaderos hijos de Dios.

San Luis María Grignon de Montfort, en su libro De la verdadera devoción a la Virgen María, arguye que existe una predestinación para los hijos de Dios. Ésta es la de los devotos de la Virgen. Aquellos que siguen a María heredarán el cielo. No seguir a María como una diosa, sino a María como la obediente Madre del Salvador. María como la esclava del Señor, María como la que dijo: “Hagan lo que Él les dice.” Sabemos que Jesús es el Señor, que a Él sólo le debemos el culto de adoración, pero también sabemos que María ha escogido ser Ella misma una especie de mensajera del Evangelio y que en los últimos tiempos ha venido a traer mensajes de conversión, mensajes de amor al prójimo y de arrepentimiento de los pecados. María ha tratado de que en el mundo no haya guerras, como pasó cuando se apareció en Fátima, que previno a los prelados contra los errores de Rusia y el comunismo. En los tiempos de la colonia se apareció en México a Juan Diego y pidió que se construyera allí una capilla, que hoy día es uno de los centros de peregrinación más grandes del mundo. En Medugorje se apareció y pidió, como lo ha hecho en otros momentos, el rezo diario del Santo Rosario como medida apaciguadora de la ira de Dios contra el mundo. María se ha portado como una reina que protege a sus súbditos, por eso Dios la exaltó a ese puesto.

Este mensaje del Rosario aparece porque Ella, en su guerra contra las herejías, le comunicó a Santo Domingo de Guzmán la forma en que deseaba que se meditara la vida de su Hijo, de manera que se pudiera sacar el mayor fruto posible de la devoción. El Rosario es la corona de María, nos permite unirnos en oración diaria con millones y millones de hermanos y hermanas que oran, suplican, dan gloria a Dios y detienen los males que los seres humanos nos causamos por la avaricia, la lujuria, el consumismo, la pereza, la comodidad, la poca solidaridad. Cada vez que rezamos el Rosario, también sacamos ánimas del Purgatorio, y las enviamos al Cielo con Jesús y María. ¿Qué mejor trabajo para agradar a la Reina del Universo?

María nos ha enseñado que gobernar se basa en el amor. Darse es la única forma de recibir, como hizo Ella con Isabel, y con su propio hijo Jesucristo. Reinar no es oprimir a los súbditos, es llenarlos de amor, llenarlos de abundancia. Quiero testimoniar que María se ha ocupado siempre de mí. Cuando era joven, uno de los sonidos que más a menudo oía era el susurro de los avemarías de mi abuelita, quien rezaba diariamente el Rosario. Cuando por primera vez decidí pedirle algo a algún ser divino, fue a María a quien acudí. Después, fue María quien me ayudó a convertir en una católica práctica a mi mamá. Lo hizo mediante un devoto suyo, José Coutinho, hoy día sacerdote en Brasil, quien me enseñó que ser devoto de María suponía un camino seguro a la salvación. La Virgen ha estado siempre a mi lado. Mi esposa dice que ella, devota de la Virgen Milagrosa, le pidió siempre que le diera a alguien con quien pudiera rezar el Rosario. Nos unimos hace veintisiete años, después de haberle entregado nuestro noviazgo a la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

María es la Reina de los apóstoles, de los creyentes, de las familias. Nos une en una devoción filial alrededor de su Hijo, el mesías de Dios, el Unigénito. Por eso Ella puede cantar: “El poderoso hizo en mí maravillas, gloria al Señor.”

martes, 6 de noviembre de 2007

Cuarto misterio glorioso: La asunción de la Virgen (Cantar 2:4-6; 6:10)

Este misterio pertenece a la tradición de la Iglesia. Se dice que María vivió hasta los 72 años y que fungía como consejera de los apóstoles. Esta información no se puede constatar en la Biblia, sino más bien en libros que se han considerado apócrifos, como el Evangelio de Tomás. Después de morir María, los apóstoles van un día a la tumba y descubren que ya Ella no está ahí. Cristo se la ha llevado con Él a su reino.

Muchas personas arguyen que es información falsa, porque no se puede verificar, que nadie puede dar fe de este milagro. Quizá es cierto que no se puede certificar este hecho. Pero lo cierto es que hay demasiadas cosas, incluso en la Biblia, que no se pueden dar por hechos. Pero la inferencia, esa destreza tan útil en la lectura, nos puede dictar mucha información. Habría que empezar por decir que el Padre no iba a dejar que la Madre de su Hijo conociera la corrupción, ya que en los mismos Salmos se dice que “no dejarás a tu fiel conocer la corrupción.” Si eso se aplica a un fiel cualquiera del Señor, ¿cómo no ha de aplicarse a Aquella que se llamó a sí misma: “La esclava del Señor?” María es ese vaso en el que Jesús hace su morada, es sagrario viviente, por cuanto llevó en su vientre al mismo “Santísimo Sacramento.” María se convierte en el modelo de los bienaventurados por su obediencia a la ley de Dios. Se pone incluso por encima de Abraham, a quien Dios le pidió a su hijo Isaac en sacrificio y luego le dijo que no lo hiciera porque ya sabía de su amor. A María no le dio ese beneficio. Se lo pidió y dejó que lo viera allí sacrificado por nuestros pecados.

Para Dios no hay nada imposible. Jesús fue el Hijo de Dios, pero fue también el hijo de María. María lo crió, lo amamantó, curó de pequeño sus heridas y lo consoló en sus penas. Sería de un hijo malagradecido el dejarla corromper en una tumba, como cualquiera de los mortales. Supongo que le podríamos decir a Jesús, que usó a María para sus propósitos, y después la echó a un lado. Eso lo hacemos los humanos, eso lo hacen los ejércitos con sus soldados, los políticos con los jefes de los comités de barrios, lo hacen los chulos con las prostitutas, pero no Dios con los seres que le sirven. La Biblia dice por muchas partes que a quien sirve al Señor le irá bien en sus cosas. La asunción de María confirma eso. Dios se la lleva como premio a su obediencia a la su ley, como recompensa a que no le dijo que no en el momento cuando la necesitó. Como gloria por haber soportado ver a su Hijo colgado de un madero, desnudo, como escarmiento para la gente, en medio de dos ladrones. María es el modelo del cristiano que ha sufrido el más vil de los dolores, por eso la gloria en cuerpo y alma.

Se dice que tanto Moisés (Deut. 34:6) y Enoc (Gen. 5:24), fueron llevados al cielo. ¿Por qué ellos sí y María no? A mí el que la gente no crea eso basándose en esas otras situaciones expuestas, me suena a machismo. Fue lo mismo que pasó con Jesús y las mujeres. Todo el mundo pregunta por qué Cristo no tuvo discípulas. El pueblo de Israel había basado su ley con el hombre como centro. La mujer no tiene un papel preponderante a pesar de ser la que da a luz y cría a los hijos. No podía entrar en el templo cuando tenía la menstruación porque se le consideraba impura. No podía pasar de cierto lugar en el templo. El mismo Pablo, a pesar de haber superado muchas cosas con respecto a la Ley, manda a las mujeres a callarse en la asamblea. No veo por ninguna parte que mande a callar a los hombres, que seguramente hablaban también. Cristo, no obstante, le habla a la samaritana (Juan 4), y perdona a la adúltera. Se le aparece por primera vez a María Magdalena después de resucitado. Seguramente fue a la Virgen María a quien primero se le apareció, para darle el consuelo. Fue Ella quien se quedó al pie de la cruz, con la magdalena, y otras mujeres. Sólo Juan, el discípulo amado, se quedó, de los apóstoles. ¿Suponen ustedes que fue a ellos a quien se les presentó primero? Yo no lo creo así.

Así que la asunción nos habla más que nada de esa obediencia de María. De ese premio de la vida eterna que Dios tiene preparado para los que le aman. Meditemos en eso, para que nuestra vida sea llena de gracia, como le dijo el ángel a María cuando la visitó por primera vez.