De esa manera curó a los que estaban enfermos físicamente, a los ciegos, a los paralíticos, a los epilépticos. Resucitó muertos, como el hijo de la viuda de Naím, la hija de Jairo, a Lázaro su amigo. Asimismo curó a los que estaban enfermos de otras cosas: Zaqueo, que era un ladrón del dinero de los pobres, le dijo a Cristo que le devolvería cuatro veces lo que le había quitado a la gente. María Magdalena dejó la prostitución cuando Jesús la perdonó. Los seres humanos no la perdonaron, porque se apegaron a la Ley que decía que había que matarla. Cristo fue más allád e la letra, había que tener misericordia.
¿Cuántas veces hemos juzgado a la gente por alguna de esas cosas que mencionamos antes? Creo que muchas. Nos hemos enemistado con gente porque no es de nuestro partido político, o de nuestra iglesia. Le negamos dinero a gente porque pensamos que son ladrones, que no quieren trabajar. Dios no hace distinciones. Quiere que todos vayamos al cielo, quiere que todos seamos felices en esta tierra. Para Él, aquella gente que no cabe en nuestras limitadas mentes, es gente importante. Porque Él juzga por el alma, que es inmortal, por el alma que no tiene ni necesita dinero, por el alma, que alaba a Dios día y noche. Por eso Cristo, como buen Pastor, se alegra de encontrar esa oveja que se le ha perdido.
Sepamos que para Dios no existen las divisiones, sólo nosotr@s hacemos eso. Pidámosle tolerancia y amor para que todo aquel que sea diferente tenga un espacio en nuestro corazón.
1 comentario:
me encanto la parabola de la oveja perdida ojalas dios cambie mi corazon pues yo quiero estar en su rebaño y no qero bagar como esa oveja perdida......
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