sábado, 26 de diciembre de 2009
Juan 1:1-16
Al hablarnos de la palabra como principio divino, Juan nos está diciendo que Jesús es la forma en que Dios creó al mundo. Nos habla asimismo de cómo debemos entender que la creación se trata en última instancia de ver el mundo de alguna manera y así crearlo. Esto entraña un concepto muy profundo. Siempre se nos ha dicho que los poetas son visionarios, que nos ofrecen percepciones del mundo que rebasan nuesro entendimiento. En este caso, el concepto detrás de decir que Jesús es la palabra implica que nuestras palabras forman nuestro mundo. Por ese motivo nuestras palabras siempre debens er de construcción y no de destrucción. San Pablo amonesta a algunos de sus discípulos y les dice que no utilicen malas palabras para que no ofendan al espíritu de Dios. Lo que esto significa es que cuando nos comunicamos vertemos en el discurso nuestra forma de ver la vida, el orbe. Si nuestras palabras son de pesimismo, de tristeza, de carencia, ése es el mudno que percibiremos. Cuando Dios acaba de hacer algo en la creación siempre el escritor sagrado añade, “y vio Dios que todo era bueno.” En principio, la creación se hace por la palabra: “Por Él todo se hizo y sin Él nada llegó a ser sin Él” (1:3). Así que la calidad de la palabra influye en la calidad de la creación.
El Verbo también acarrea la calidad de la vida, por la luz. La luz se ha encarnado y da vida. Nos separa de las tinieblas. Las tinieblas, en el sentido bíblico, no tienen sólo que ver con la falta de iluminación, sino asimismo con la oscuridad de nuestra alma. Jesús se ha encarnado para que tengamos luz en nuestra vida. Sus palabras y sus hechos son modelos para nuestra existencia. Cada vez que tenemos algun obstáculo en nuestra vida, nos podemos preguntar qué palabras o hechos de Cristo iluminan ese espacio de nuestro devenir, y seguramente encontraremos una avenida de solución para nuestro sendero.
Los suyos no lo recibieron, dice el evangelista. Ese rechazo se da igualmente en nuestro mundo cada día. Hemos entronizado al consumo y la comodidad. Para nosotros, la fe no tiene espacio, la caridad no tiene espacio. Sólo lo que me conviene a mí es parte de mi creencia. No obstante, si lo seguimos, nos da la virtud e de ser Hijos de Dios, en el Espíritu. Veremos su gloria, compartiremos su reino porque somos igualmente herederos. Hay que meditar en este evangelio para saber qué ha implicado que Jesús, el Hijo de Dios haya bajado al mundo para comunicarnos su gloria y su verdad.
jueves, 27 de agosto de 2009
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir andrajos (Proverbios 23:21).
La Iglesia declara unos días para el ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. Asimismo recomienda la abstinencia de carne para los viernes de cuaresma. Curiosamente, entendemos que esto es un capricho de la jerarquía. No es así, el ayuno nos permite lograr que nuestro cuerpo baje calorías, y aprendemos a esforzarnos para no comer en exceso. Si lo practicáramos semanalmente en lugar de dos veces al año podríamos rebajar de peso y mantener nuestra salud en orden. Claro, a eso tendría que venir en ayuda el comer saludablemente y mantener asimismo un régimen de ejercicio. Comer y beber en exceso es causa de muchas caídas. He conocido personas con problemas tales como alta presión, diabetes y otras condiciones más graves por no saber controlar el apetito ni la boca. Algunas lo reconocen a tiempo y entonces comienzan a rebajar, hacer ejercicio y controlan todas sus condiciones. Otros que beben demasiado caen en el vicio del alcoholismo y luego no solamente sufren ellos, sino que hacen sufrir a los demás: se convierten en maltratantes, desperdician su dinero, tienen aparatosos accidentes de tránsito y se matan ellos o matan a inocentes, y también mueren de enfermedades tales como la cirrosis.
Por otro lado, este texto habla de la misma manera sobre la pereza, otro de los pecados capitales. Ser perezoso implica querer descansar todo el día. Estar sin hacer nada la mayor parte del tiempo, descuidar las obligaciones de tu puesto o de tu casa, vaguear todo el tiempo. Matar el tiempo es una forma de pereza. Ciertamente tenemos que descansar, porque Dios nos dio el ejemplo cuando descansó el séptimo día de la creación. Nuestro cuerpo necesita dormir diariamente, nuestra mente necesita reposar de todo el estrés diario, pero tampoco lo podemos hacer desmesuradamente, sin concierto, durmiendo en cada esquina que encontremos, en la casa, en el trabajo, en las clases. Efecto: falta de producción, producción mediocre, despidos del trabajo. Solución: la diligencia. Hacer lo que tienes que hacer cuando lo tienes que hacer. “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy,” dijo Benjamín Franklin en su autobiografía. Consejo más práctico no existe en el mundo.
Pensemos hoy que Dios nos ha puesto en nuestro trabajo, en nuestra casa para hacer el máximo. Si nos convertimos en adictos a la comida o a la bebida, o si somos perezosos, la vida se hará sal y agua, nos perderemos lo mejor y nos llevaremos enredado a nuestro prójimo con nosotros.
lunes, 20 de julio de 2009
Prefiero el hombre paciente al héroe; más vale el que se domina a sí mismo que un conquistador de ciudades (Proverbios 16:32)
Y me doy cuenta de que la desesperación, la cualidad opuesta a la paciencia, todo lo descompone. Suelo ser muy impaciente. Y esto me ha costado grandemente. Todavía no aprendo a ser completamente paciente. He tomado decisiones muy desafortunadas por no aprender a esperar. Y creo, como me dijo alguien en alguna ocasión, que madurar es aprender a esperar. Por ser desesperado he tenido pequeños accidentes de tránsito, he hecho el ridículo en algunas situaciones. También he enseñado clases mal diseñadas, todo por no tener la paciencia de hacer las cosas con calma. Santa Teresa decía: "La paciencia todo lo alcanza." Es una verdad como un templo.
¿Qué cosas prácticas puedo hacer para alcanzar paciencia? Hay muchas. La Biblia tiene muchas sugerencias. He aquí algunas, las cuales comento brevemente.
1) "No te enojes fácilmente, el enojo habita en el corazón del insensato" (Eclesiastés 7:9). Tendemos a darles demasiada importancia a asuntos que en realidad no lo merecen. Viajo todos los días una hora ida y una hora vuelta a mi trabajo. Veo a mucha gente sumamente molesta en los embotellamientos de tránsito. Algunas personas infringen la ley con tal de no estar en la fila de carros. He sabido de gente que arrolla pasajeros en el paseo de la carretera sólo por ahorrarse dos o tres minutos. Aunque me molestan mucho los embotellamientos he aprendido una técnica que me funciona siempre: llevo un libro en el asiento contiguo. Cuando el tránsito se detiene, saco el libro y me pongo a leer. En esto se aplica la Ley de Murphy: tan pronto te interesas en el libro, el tráfico fluye. La mente logra que tu entretenimiento no note el que estés parado. No obstante, si estás solo pendiente a cuánto se mueve, tus venas se hincharán y no podrás con el enojo. Aplica esto a otras áreas de tu vida y verás el resultado.
2) "Y los que están en buena tierra son los que reciben la palabra con un corazón noble y generoso, la conservan y producen fruto por ser constantes" (Lucas 8:15). La perseverancia, otra cualidad de la gente paciente. En este caso tenemos que aprender que las cosas no se consiguen de un día para otro. Hay que perseverar en todo. Si quieres dominar algo, debes hacerlo siempre, consistentemente. No puedes esperar que haciéndolo una vez, ya seas un maestro. Siempre recuerdo a un niño amigo mío que quería ser cinta negra en karate en dos semanas. Cuando le dije que se tardaría por lo menos tres años si se empeñaba mucho en hacerlo, se dio por vencido. También leí sobre un muchacho guitarrista que fue con un libro de las canciones de uno de los dioses de la guitarra, Steve Vai, donde un maestro, y quería salir de allí tocando las canciones. Cuando el maestro le dijo que se requería mucha disciplina, aprender las escalas, los modos en la guitarra, se fue apesadumbrado. Es la tentación de la inmediatez. Hoy día la juventud quieres salir de la universidad, y sin tener trabajo pretenden poseer casas de $300 y $400 mil dólares, autos de $65 mil dólares. Todo por creer que la vida se trata de eso. No saben esperar a que todo madure.
3) "El amor no guarda rencor" (I Corintios 13: 5). Llevar registro de las cosas malas que nos pasan, también es parte de no ser pacientes. Creo que esto es una carga inmensa. Si cada vez que nos acordamos de algo malo que alguien nos hizo y nos molestamos, nos quitamos años de encima. Además vivimos infelices, porque cualquier ofensa, por pequeña que sea, la imaginamos como algo espectacularmente inmenso. Una práctica para borrar esta sensación puede hacerse con la escritura. Toma la situación que te molesta, escríbela, y luego dale una vuelta. Conviértela en una situación agradable. Ponte en los pies de la otra persona, y mira el problema desde la otra óptica, a ver si habrías hecho lo mismo. Te ayudará saber que no siempre la gente tiene mala intención y que tú habrías hecho lo mismo.
Por ahora estas prácticas nos enseñan a negarnos esa naturaleza apresurada, desesperada. Poco a poco aprenderemos, con la ayuda de la oración y la meditación, que vivir más rápido no significa siempre vivir mejor.
viernes, 10 de julio de 2009
La paradoja como parte de la espiritualidad
"El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga" (Mateo 16: 24)
Todos hemos oído este fragmento del Evangelio en millones de ocasiones. Quizá no le hemos puesto atención, porque pensamos que es sólo una frase feliz del Maestro. Como tantas otras que tiene. No pensamos que sea una máxima de vida. Para la gente del Medio Oriente y del Oriente lejano, la paradoja, o contradicción aparente, es parte del sistema de su espiritualidad. Negarnos a nosotros mismos es hoy día una locura que muchos gurúes del New Age desacreditan. Al contrario, nos dicen, debemos amarnos a nosotros mismos únicamente. Somos dioses (¿no lo dice la Escritura?, pero hay que examinarlo bien) y necesitamos establecernos como tales. El problema es que Dios se ocupa de nosotros los seres humanos todo el tiempo. Los gurúes del New Age nos dicen que nos ocupemos de nosotros y de nadie más.
martes, 5 de mayo de 2009
Enséñame, ¡oh Dios!, tus caminos, para que ande yo en tu fidelidad y mi corazón únicamente tema tu nombre (Salmos 86: 11)
Andar en la fidelidad del señor implica morar en sus atrios (Salmo 84:11), implica igualmente ser piadoso de la misma manera que somos fieles. También hay que buscar la paz, la paz que brota del corazón limpio, alabar a Dios diariamente y confiar en sus milagros. Dios es digno de temor, pero no del temor que significa miedo, sino del temor que supera nuestra capacidad de asombro. El temor que nos impele a adorarlo, a siempre cumplir con sus mandatos. Nuestro corazón debe fidelidad sólo a Él, de esa manera Dios nos ungirá con su óleo y seremos como Jesucristo, “sacerdote, rey y profeta.” Nuestra mente debe estar limpia, ya que el Señor conoce nuestros pensamientos, porque nos creó. Los malos pensamientos engendran malas acciones de la misma forma que los buenos logran que encontremos en el prójimo a Dios.
Por eso debemos regocijarnos en las maravillas que hizo el Señor, para darle gloria a su nombre, y vivir por él y para Él eternamente.
lunes, 4 de mayo de 2009
El Buen Pastor (Juan 10:1-16)
“Un día del más crudo invierno se encontró con un niño, muertito de frío, a quien su padre le enviaba a recoger una res a larga distancia, en el monte.
―Mira―le dijo al niño―, vuélvete a casa, a calentarte, y dile a tu padre que yo voy a hacer el encargo.
Y al volver con la res se encontró con el padre, todo confuso, que iba a su encuentro. En el invierno partía leña para los pobres. Cuando se secó aquel magnífico nogal…, a cuya sombra había jugado de niño y con cuyas nueces se había durante tantos años regalado, pidió el tronco, se lo llevó a su casa y después de labrar en él seis tablas, que guardaba al pie de su lecho, hizo del resto leña para calentar a los pobres. Solía hacer también las pelotas para que jugaran los mozos, y no pocos juguetes para los niños…
Y como una vez, por haberse quitado uno la vida, le preguntara el padre del suicida, un forastero, si le daría tierra sagrada, le contestó:
―Seguramente, pues en el último momento, en el segundo de la agonía, se arrepintió sin duda alguna.”
¿Por qué no serán así todos los pastores del mundo?
jueves, 30 de abril de 2009
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hechos 9:4-5)
Nuestras calles están llenas de contaminación visual, auditiva; están llenas de chatarra en muchas ocasiones, pero el que se queja es un molestoso. Cuando las naciones poderosas cometen desatinos y los cristianos y cristianas se quejan entonces se les llama subversivos. El silencio es inexistente para nosotros. No podemos meditar en silencio, como hacían antes los anacoretas. Muchas veces entramos a una iglesia, y hasta allí hay gente hablando. Hace más de diez años vivíamos en una urbanización y teníamos enfrente una familia que ponía el toca discos tan alto que parecía que lo teníamos en la sala de nuestra casa, pero a todo volumen. Hicimos una carta para protestar, y ningún vecino quiso firmarla porque “son nuestros vecinos.”
Perseguimos a Jesús porque preferimos que el Estado mate a personas, con la pena de muerte. Es mejor el ojo por ojo, que “perdona a tu hermano setenta veces siete.” Entronizamos gobiernos de mano dura, que hacen guerras, que de alguna manera descuartizan a los pueblos económica y moralmente porque así es que hay que proceder. No emulamos a la iglesia primitiva, que ponía “a los pies de los apóstoles todas sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos según la necesidad de cada uno” (Hechos 2: 45). Fomentamos entre la juventud una falsa idea de la libertad, promoviendo convivencias sin matrimonio, sin compromiso. Permitimos a los/as jóvenes una vida sin Dios, so pretexto de no violar sus derechos a la selección, algo que no hacemos cuando les dejamos herencias, o los forzamos a cuidarnos a pesar de que ya tienen sus propias vidas.
Siempre perseguiremos a Jesús porque se opone a todo lo que nuestra naturaleza exige. Cuando leemos el Sermón de la Montaña dejamos de lado máximas como “perdona a tus enemigos, ora por los que te maldicen.” Siempre escogeremos odiar en vez de amar, vengarnos en vez de perdonar. El cine y la literatura están llenos de películas y novelas en las que los protagonistas ensalzados son personas llenas de odio y de rencor contra la humanidad, contra la gente buena y honesta. Muchas de estas películas colocan como antagonistas a la gente que quiere que el orden prevalezca.
Por eso perseguimos a Jesús. No obstante, Él siempre nos busca, nos enceguece para luego devolvernos la vista. Nos tira del caballo, y nos obliga a mirar la realidad del hermano y la hermana en necesidad. Nos da su palabra, para que les digamos a los oprimidos y oprimidas que existe un Dios en el cielo que vela por ellos, aunque los gobiernos no lo hagan, que hay esperanza para todos y todas.
martes, 28 de abril de 2009
Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, ya no tendrá más hambre, y el que cree en mí, jamás tendrá sed (Juan 6:35)
Sabemos lo importante que es la eucaristía para poder lidiar con los obstáculos que nos presenta el mundo. De la misma manera que el alimento diario conserva nuestras fuerza físicas y nos permite movernos en todo momento, el pan espiritual nos permite la comunión con lo divino. Nos mueve en la dirección correcta. Por una parte, para recibirlo, debemos estar en gracia de Dios. Esa directriz nos alienta a mantenernos limpios. Por otra parte, la visita diaria al Santísimo Sacramento del altar energiza nuestros motores para la batalla del día en nuestros trabajos y en nuestra vida cotidiana.
No solo hace eso Cristo desde su altar. Nos concede además la salud física. Hace algunos años, un miembro de mi parroquia fue desahuciado por tener el corazón débil. No le daban ningunas esperanzas de vida. Recuerdo que nos contó el párroco que un día este hombre le pidió permiso para entrar a visitar el Santísimo. Estuvo allí cerca de dos horas. Salió, dijo el sacerdote, con la cara iluminada por la esperanza. Vivió 9 años más. Falleció este año, a los 84 de vida. Por eso sabemos que Cristo es el verdadero pan del cielo, el pan que nunca nos dejará pasar hambre, ni sed.
Meditemos en ese beneficio que nos dejó Jesús con su cuerpo y con su sangre. Démosle gracias por cometer la locura de quedarse entre nosotros para darnos su gracia y su eternidad.
lunes, 27 de abril de 2009
Multiplicación de los panes y los peces (Juan 6:1-15)
Para decirle cómo se podía hacer, le conté esta historia verdadera. En 1998 azotó el Caribe el huracán Georges. Fue terrible para Puerto Rico, Santo Domingo y Haití. Mucha ayuda vino para P.R. y Santo Domingo, pero por alguna razón, se olvidó a Haití. Dos profesoras universitarias, una de las cuales creía mucho en la Providencia de Dios, decidieron que podrían ayudar. Sabían que parte de la dieta básica del haitiano y la haitiana era el arroz. Le dijeron al estudiantado que todo aquel o aquella que quisiera, les trajera un saquito de arroz. No ofrecieron puntos en el examen, nada de eso. Todo tenía que salir del corazón. Las primeras dos semanas pasaron y solo tenían más o menos quince bolsas de arroz. Nada del otro mundo. A una de ellas se le ocurrió enviar un mensaje por correo electrónico, y decirles a los demás profesores y profesoras lo que estaban haciendo. Muchos se unieron y les pidieron lo mismo a los estudiantes. Algunos ofrecieron puntos en la nota de participación y en otras actividades. Al cabo de dos semanas más tenían 1,500 bolsas de arroz. Ahora el problema era cómo llevarlas hasta allá. Todo esto era en Puerto Rico.
La profesora que era religiosa se acordó de que las Hermanas de la Caridad tenían una misión en Haití, y las llamó. Ellas le dijeron que si les hacían llegar el arroz, la congregación se encargaría de que llegara a su destino. No tenían cómo hacerlo, pero se les ocurrió pedir ayuda a la universidad. Le concedieron una camioneta, y entre ellas y muchos estudiantes colocaron las bolsas de arroz en la misma. Llegaron a San Juan, y desde allí las llevaron a Haití.
Vemos aquí que cuando existe en nuestros corazones la motivación de ayudar al prójimo, Dios mueve todos los obstáculos y la ayuda progresa. Siempre pensemos que Dios está ahí para darnos la mano, y en todo momento veremos cómo cuando miramos hacia Él, el resultado sera: “Comieron, se saciaron todos, y se recogieron de las sobras doce cestos de mendrugos” (Lucas 9:17).
martes, 21 de abril de 2009
Bienaventurados los que sin haber visto han creído (Juan 20:29)
Lean esta historia. Se la oí al padre Cohen, quien celebraba la misa en EWTN, hace como quince años. No recuerdo los nombres, solo sé que la historia me impactó tanto que nunca la he olvidado. Él dice que la leyó en un libro escrito por un sacerdote de Kansas. En 1929 nace este bebé, en una ciudad de Kansas. La enfermera a cargo de la guardería de niños y niñas en el hospital hace su ronda y les echa unas gotitas en los ojos a los bebés. Cuando regresa una hora después para vigilar que todo esté bien, nota que uno de los bebés tiene los ojos hinchados, rojos y completamente cerrados. Va al botiquín donde guarda las medicinas y se da cuenta de que en lugar de nitrato de plata al 1% les ha echado nitrato de plata al 50%. Sale corriendo a buscar al doctor. Cuando este llega, se agarra la cabeza y dice: “Habrá que criarlo como un no vidente.” Debido al corre-corre que se forma en el hospital, bajan las Hermanas de la Caridad que regenteaban la institución hospitalaria. La Madre Superiora habla con el médico y le pregunta qué se puede hacer. Curiosamente, el médico cambia su planteamiento: “Esperar un milagro, madre.” La madre le contesta: “Si eso es lo que se necesita, eso habrá.” Rápidamente llama a la congregación. Les dice a las religiosas: “Este niñito tiene una condición en los ojos causada por un descuido de la enfermera. Necesita un milagro para curarse. Vamos a la capilla, y no saldremos de allí, de delante del Señor, hasta que se cure.” A la sazón eran las 2:00 de la madrugada. Las monjas estuvieron orando sin parar en el Santísimo. A las 7:30 de la mañana viene una enfermera y le dice a la Madre Superiora: “La inflamación ha cedido, el niño mejorará.” Quien escribe el libro, es el niño ya crecido, hecho sacerdote, porque vio cómo Dios lo mejoró y decidió dedicarle su vida.
¿Es esa la fe nuestra? ¿Pedimos así al Señor? Que el Jesús milagroso aumente nuestra fe en su poder, y que nos conceda ayudar a nuestro prójimo con nuestra oración confiada.
viernes, 17 de abril de 2009
La manifestación de Jesús a orillas del lago (Juan 21:1-14)
Y después oigo tu voz: "Echen las redes a la derecha y encontrarán pesca." Pero también ahí me confundo. Pienso que tú no sabes nada de mi trabajo. Como pudieron pensar los apóstoles: el Maestro era carpintero, no pescador. No obstante, no lo pensaron, hicieron lo que Tú les propusiste. ¿Cuántas veces tu voz no me dice lo que tengo que hacer para no fracasar y creo que son mis imaginaciones, creo que son mis propios deseos? Si estoy, como los discípulos, muy apegado a ti, puedo discernir perfectamente que Tú eres el que lo sabe todo, y el que lo puede todo. Cuando dejo que seas Tú quien dirige mi trabajo, todo sale a la perfección, sobresaliente, brillante. Porque no soy yo, eres Tú Señor, el mismo que logró que la red pesara tanto, y que no se rompiera con el peso de tanto pescado. Juan te reconoció y se lo dijo a Pedro. Igual que Pedro, me he sentido desnudo delante de Ti, en los momentos en los que veo tus milagros, tus portentos, Jesús, siento que soy una nada frente a Ti, y que aun así me buscas, como a los apóstoles, y me ofreces de comer en tu cena. Me das el pan, Tú mismo me lo sirves, me lo preparas, tienes la sartén hirviendo lista para seguir en la brega.
Comer contigo es un enorme privilegio, Señor, que te has dado Tú mismo en la eucaristía para mi gracia. Te has quedado en el Santísimo Sacramento para darme la oportunidad de saciarme de la misericordia de tu corazón, de aniquilar mis pecados mientras hago lo que me mandas. Que estas manifestaciones de tu cuerpo resucitado creen en mí conciencia de que siempre estás conmigo, de que te apareces para darme una nueva vida en Tu vida.
jueves, 16 de abril de 2009
Jesús se presenta a sus apóstoles (Lucas 24:35-48)
A renglón seguido los saca de sus dudas. Les dice que un espíritu no tiene carne y huesos como Él tiene. La resurrección de Cristo fue real. No fue en espíritu, como pretenden decirnos algunas personas confundidas. Para verificar aún más, les pide de comer y come con ellos. ¿Puede comer un espíritu?
Finalmente les dice que los hace parte de la redención del mundo, por su misión de predicar la Buena Nueva a todas las naciones, para que se les perdonen sus pecados. Nuestra misión, como la de los apóstoles, es dar a conocer a Cristo, su palabra, su obra. Es considerar sagrado lo que él consideró sagrado, el servicio a los demás. Es humillarnos por el Reino de los Cielos, para asegurar nuestro tesoro en lo alto. Leer su palabra cada día y poner en práctica lo que ella nos indica es un paso gigantesco hacia la salvación. Que el Dios que nos trajo la salvación nos conceda la gracia inmensa de su paz y nos sustente a la hora de poner por obra su palabra por amor del prójimo.
miércoles, 15 de abril de 2009
Los discípulos de Emaús (Lucas 24:13-35)
El segundo elemento, es la aparición de Jesús. Es curioso cómo cumple Cristo sus promesas. “Cuando dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Aun cuando los discípulos sólo hablaban de lo que había pasado, el Maestro se pone en medio de ellos, los sigue mientras ellos discuten sobre su desgracia. Esto se debe a que los discípulos tenían una conversación espiritual. Pero no lo reconocen. Es lo mismo que le sucede a Pedro, mientras estaban pescando. Jesús se aparece y dice el Evangelio: “Pero los discípulos no podían saber que era Él” (Juan 21:4). Jesús se encuentra en su cuerpo glorioso, y eso impide que incluso los allegados lo puedan reconocer.
Finalmente parte el pan con ellos y es entonces cuando se les abren los ojos. Vemos aquí el símbolo de la Eucaristía. Comulgar el cuerpo de Cristo nos abre los ojos espirituales y podemos reconocer a Cristo dondequiera que lo encontremos. El Maestro entonces desaparece de su vista. Los discípulos vuelven a Jerusalén, a testimoniar la resurrección del Señor. Es lo que nos debe pasar cada vez que comemos con el Señor en su mesa. Cada domingo debe ser una nueva epifanía de Cristo en nuestras vidas. Cada domingo debemos salir con el ánimo dispuesto a testificar de su resurrección. Que este mensaje de hoy nos sirva de punto de partida para encontrarnos siempre con Jesucristo, que la misa se convierta en ese reconocimiento de nuestra necesidad de estar con el Maestro y que Él nos hable, y que nuestro corazón “arda con sus palabras” (Lucas 24:32).
domingo, 12 de abril de 2009
Una invitación muy apropiada
El 1º Domingo de Mayo celebraremos el Día internacional de los Separados - Divorciados en Nueva Unión, y aunque quizás no sea un hecho trascendente ni vaya a cambiar el curso de la historia, queremos compartirlo e invitar a que se sumen.
Quienes vivimos disfrutando de la nueva oportunidad que nos dio la vida, a pesar de no tener acceso a la eucaristía nos sentimos indisolublemente ligados a la Iglesia en virtud de nuestro bautismo y cargamos nuestra cruz en la convicción de la eterna misericordia.
Todas las opiniones son respetables, pero nosotros asumimos las limitaciones que la Iglesia nos impone y seguimos adelante con nuestra fe, viviendo la alegría que nos da la resurrección, con esperanza que quizás algún día, nuestra situación pueda ser considerada de un modo algo diferente.
Mundy
labarca@ymail.com
www.labarcaglobal.blogspot.com
jueves, 15 de enero de 2009
Parábola de las tinajas rotas (Jeremías 13:12-14)
¿Por qué se caracteriza la embriaguez? Sabemos que por todo lo malo. Aun cuando el vino es una bebida que se utiliza para acompañar las comidas en muchos países, sobre todo en Europa y el Oriente, Pablo les recomienda a los Efesios que no se emborrachen con él (5:18). La embriaguez es causa de muchos desaciertos. En nuestra sociedad vemos cómo conductores ebrios matan a gente en las carreteras; cómo maridos borrachos asesinan a sus esposas y maltratan a sus hijos. El alcoholismo destruye los hogares, porque no sólo lo sufren los hombres, sino asimismo las mujeres. Es decir, en este contexto, la parábola nos comunica que algo terrible sucederá porque Dios emborrachará a los gobernantes de este mundo. ¿La causa? No se ha escuchado a Dios, no se han puesto en práctica sus mandatos.
Hoy día vemos cómo los que administran nuestros países se corrompen por el dinero y el poder. Se ciegan por tener prebendas, puestos, reconocimiento. Hay un refrán popular que reza: “El poder corrompe.” Nos hemos dado cuenta, y lo hemos aprendido de la manera más dura. Hemos visto cómo algunos funcionarios se roban el dinero del pueblo. En algunos países, los primeros mandatarios se rodean de sicarios que desaparecen a todo aquel que no comulgue con las ideas del gobierno. Otros se benefician del gobierno a base de dietas, teléfonos celulares, escuelas gratis para su prole, mientras el pueblo se muere de hambre o se sume en crisis financieras casi insolubles. Obviamente están actuando como borrachos, no se dan cuenta del mal que hacen. Para este tipo de personas, lo primero es su vientre, como dice la Biblia. Su dios es el vientre.
A veces también tenemos clérigos que se emborrachan y no se dan cuenta. Administran mal las iglesias, tratan descortésmente a la feligresía, se envuelven en escándalos de sexo o de poder. Todo por no saber qué función les corresponde para guiar al pueblo de Dios.
Nosotros, la feligresía, asimismo nos emborrachamos y no actuamos de acuerdo con los parámetros que Dios nos ha puesto. Así, dejamos de lado nuestra espiritualidad, y la cambiamos por las modas de turno. Ponemos montones de “peros” para ayudar al que lo necesita, le damos la espalda a la Iglesia o la condenamos sin hacer nada para mejorarla.
Cuando la parábola dice que chocarán padres contra hijos, nos vamos dando cuenta de que muchas familias se desunen por motivos fatuos, como la política, incluso por la religión. Vemos cómo se destruyen hermanos y hermanas por herencias; cómo un hermano asesina a su hermano; cómo una madre echa a la basura a su bebé recién nacido porque no quiere tener problemas. Sí, nos hemos emborrachado y Dios no nos saca de ese estado porque ya nos dio su palabra. Incluso vino a nosotros y la rechazamos. Miremos a Cristo, la palabra encarnada, sigamos su ejemplo y sus mandatos y estaremos siempre sobrios.