Hoy le paso la palabra a uno de los grandes escritores de todos los tiempos: Miguel de Unamuno. Éste, en su novela San Manuel Bueno, mártir, nos presenta la imagen de un buen pastor. Un hombre, quien nunca pasó de la “noche oscura del alma,” se daba a sus feligreses de una manera total. El fragmento que les incluyo es sólo una muestra de este magnífico personaje.
“Un día del más crudo invierno se encontró con un niño, muertito de frío, a quien su padre le enviaba a recoger una res a larga distancia, en el monte.
―Mira―le dijo al niño―, vuélvete a casa, a calentarte, y dile a tu padre que yo voy a hacer el encargo.
Y al volver con la res se encontró con el padre, todo confuso, que iba a su encuentro. En el invierno partía leña para los pobres. Cuando se secó aquel magnífico nogal…, a cuya sombra había jugado de niño y con cuyas nueces se había durante tantos años regalado, pidió el tronco, se lo llevó a su casa y después de labrar en él seis tablas, que guardaba al pie de su lecho, hizo del resto leña para calentar a los pobres. Solía hacer también las pelotas para que jugaran los mozos, y no pocos juguetes para los niños…
Y como una vez, por haberse quitado uno la vida, le preguntara el padre del suicida, un forastero, si le daría tierra sagrada, le contestó:
―Seguramente, pues en el último momento, en el segundo de la agonía, se arrepintió sin duda alguna.”
¿Por qué no serán así todos los pastores del mundo?
987 - RESPUESTA A CORRESPONSAL EN EL VATICANO (parte 2 de 2 )
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A veces las preguntas sencillas son difíciles de contestar Como la pregunta
efectuada por nuestro amigo desde El Vaticano, con relación al Sínodo
Vosotros,...
Hace 9 años
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