miércoles, 2 de marzo de 2011

Marcos 10:32-45

En este pasaje, Cristo pone en claro lo que es ser servidor de los demás. La primera parte de este evangelio se centra en anunciarnos la pasión y la resurrección del Señor, dos misterios clave de nuestras creencias. Como se advierte, a los discípulos les pasa lo de siempre, andan asustados por la actitud del Maestro. “Este está caminando muy rápido,” nos parece oírles decir. Da la impresión de que Cristo tiene prisa por decirles lo que va a suceder. Quería hacerles saber que tenían que prepararse para lo peor. Los anuncios siempre tienen ese objetivo, decirnos lo que se acerca para que podamos hacer arreglos.

Cristo, además, pone en perspectiva lo que pasará cuando él se vaya. Los Zebedeos se le acercan para pedirle el favor de que los deje estar a su derecha y a su izquierda. Es curioso cómo estas actitudes no son nada nuevas. Estos dos seres querían el privilegio del poder. En otro evangelio, es su madre quien se lo pide a Jesús (Mateo 20:20ss). Creemos que se trata de estar al lado de quien ostenta el poder. Eso nos dará autoridad, prestigio, concesiones. Resulta una actitud muy humana. Juan y Santiago no sabían lo que pedían, no desde el punto de vista divino, por supuesto. Jesús les habla sobre el cáliz que tiene que beber, y el bautismo que sufrirá. Ellos dicen que lo pueden hacer también. Sentarnos con Jesús implica un sacrificio, un estigma. Sobre todo en el mundo de hoy ser cristiano carga el sambenito de que somos seres supersticiosos, anticuados. En algunos países supone incluso ser objetos de persecución y acoso; hasta tortura. Los seres que no creen en Dios o en Jesucristo piensan que los cristianos somos una plaga porque abogamos por la justicia y la equidad. Se nos acusa de comunistas si denunciamos el capitalismo rampante que causa pobreza e injusticia. También se nos acusa de lo mismo si abogamos por el que no tiene. Los gobiernos se aprovechan de la magnanimidad de los cristianos cuando estos se ponen en camino para ayudar a países que han caído en la desgracia, como Haití u otros. No nos ayudan, pero saben que nosotros daremos la mano al hermano caído. Algunos alegan que crear espacios para medicina social es de países dictatoriales, y se alían con los grandes intereses como las farmacéuticas, las megatiendas, los desarrolladores y nos endilgan la doctrina de la empresa privada, la propiedad privada. No es malo que la gente más capaz tenga más, nos dicen. Y uno piensa, ¿qué quiere decir más capaz? Jesús dijo: “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz para sus asuntos.”

Los Zebedeos bebieron el cáliz y se bautizaron como Jesús: Juan fue desterrado a la Isla de Patmos mientras que Santiago fue lanzado a su muerte desde lo alto de un edificio. De alguna manera nos toca sufrir lo mismo a los que seguimos a Jesús.

No obstante, la máxima de Jesús es la que debemos seguir. Oigamos los que nos dice: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos."

El servicio a los demás debe ser nuestra prioridad en el mundo. Dios ayuda a quien ayuda alegremente. Por lo tanto, tenemos que estar alertas. Ahora que se acerca la Cuaresma, el sacrificio natural debe ser fijarnos en las necesidades del prójimo y ayudarlo. Dar al que pide, ofercer asilo a quien lo necesita, vestir al desnudo, alimentar al hambriento. No hay que cuestionar por qué está así nuestro hermano. Cuando le preguntaron a Jesús por qué aquel hombre estaba ciego, si porque había pecado él o sus padres, Jesús dijo que por ninguno, que estaba así para que la gloria de Dios se manifestara en él. Hagamos que la gloria y el poder de Dios se vea a través de nosotros por el servicio.

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