sábado, 16 de febrero de 2008

Parábola del remiendo nuevo (Mateo 9: 16, Marcos 2: 2, Lucas 5: 36)

Ésta es otra de esas parábolas cortitas de Jesús. Son meras comparaciones que el Maestro hacía para instruir a la gente. No usaba palabras estrambóticas ni sofisticadas para que la gente sencilla lo entendiera. Por esa razón usa en este caso una analogía con el mundo de la costura. Literalmente significa que poner un paño nuevo en un traje viejo es un error porque el paño nuevo desgarrará el traje.
En primera instancia Jesús les dirige estas palabras a los fariseos, por prácticas antiguas. Estas eran tradiciones viejas que debían ahora ponerse en el contexto de una nueva espiritualidad. Cristo venía a traer una nueva visión de la Ley. En el Sermón de la Montaña Cristo establece varias maneras de seguir la Ley en el espíritu, y olvidarse de la letra. Él sabía que los fariseos cargaban a la gente con ritos que ni ellos mismos podían llevar a cabo. Sabía que habían convertido esas prácticas rituales en el objetivo de la espiritualidad. Y culminó diciendo que la Ley era simplemente amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. De ahí que continuar con esas prácticas cuando Jesús ya había revisado esos estatutos constituía simplemente un desacierto. La nueva religión debía prescindir de todos aquellos reglamentos que habían sido impuestos por el ser humano. Algunos de ellos son leyes del mundo hoy día. Algunos incluso se han vuelto leyes injustas, como ha pasado con la ley del talión: "ojo por ojo, diente por diente." Con este dictum judío, hemos entronizado la pena de muerte. En un principio, esto era sencillamente un estatuto de retribución justa: si matas mi cabra o mi vaca, me devolverás lo mismo. Eso era todo. Después se convirtió en lo que ya sabemos, una ley de venganza.
Hoy día existen personas que creen que son cristianos pero siguen a pie juntilla los reglamentos del Viejo Testamento a pesar de lo dicho por Cristo y por San Pablo en sus cartas. Es como si dijeran que lo que estos dos sabios han dicho no importa, que sólo importa lo que dijo Moisés.
En nuestra vida diaria esto se refiere a dejar el pasado atrás. El pasado puede convertirse en un lastre inútil si se lo permitimos. Sé de gente que nunca deja de vivir en el pasado. Se culpan toda la vida por cosas que ya no tienen remedio, y no se mueven hacia el frente. Quieren hacer cosas que dejaron de hacer cuando eran más jóvenes, y se frustran porque no pueden hacerlas ahora. Cada día la vida tiene una lección nueva. La madurez consiste precisamente en eso, saber qué nos corresponde hacer cada día. Descifrar cuál es la voluntad de Dios en mi vida en estos momentos. Nuestra existencia es un devenir diario, un progreso continuo. Es de esa forma que debemos verla, no como un estancamiento de eventos en el tiempo. Y nos ocurre a muchos y a muchas. He visto deportistas caer humillados por no saber retirarse a tiempo. Igual lo he visto con estrellas de rock, actores y actrices, etc. Creen que su pasado es eterno, que el tiempo no pasa, que siempre los van a ver de la misma manera. Algunos/as hasta odian a los nuevos ídolos del momento.
Cada parábola de Cristo es una directriz para nuestra vida. La de hoy es muy clara. La espiritualidad que Él trajo significa dar amor a los demás. Y en el diario vivir debemos dejar que lo que pasó, pasó. Apliquemos estos esquemas diariamente y de seguro que viviremos más momentos felices.

3 comentarios:

Raúl José dijo...

Me gusta mucho esa lectura progresista de la religion moderna. Creo que nos hace falta mas de eso y menos de los tradicionalismos.

Carmelita Descalza dijo...

me gusta mucho las meditaciones esta precioso este blo sigan publicando pues hace mucho bien. mi bog es:tumehasllamadojesus

Profesor dijo...

Hola, Yajaire:

Gracias por tu comentario. SEguire publicando mientras haya gente como tu que adore a Dios y que publique cosas tan hermosas como las que publicas en tu blog. Que Dios tre bendiga siempre. Ya vi tu blog y me ha gustado mucho. te pondre en mi lista de blogs amigos.