miércoles, 23 de enero de 2008

Parábola de la higuera que echa brotes (Mateo 24, 32-33, Marcos 13, 28-29, Lucas 21, 29-31)

Esta parábola se refiere a la observación minuciosa. Jesús les dice a los discípulos que cuando le pasan ciertas cosas a la higuera, sabemos que se acerca una estación, en este caso el verano. Los profetas eran personas que le decían al mundo los eventos que sucederían. Evidentemente eran lo que conocemos hoy día como hiperestésicos, es decir, personas con una sensibilidad muy alta. Asimismo, es muy probable que fueran muy observadores.

La observación es uno de esos dones que Dios nos regala precisamente para ampliar nuestra sabiduría. Con este relato, el Maestro nos instruye a eso, a ser mejores observadores. Cristo se refiere en este caso a saber las señales de que el Reino de Dios está cerca. Como criterios, les había dado a sus discípulos ciertos signos que deberían ver para entender que su venida o la venida del Reino estaba próxima. Los signos podían ser muchos. Si miramos con detenimiento el capítulo 24 de San Mateo, veremos que existen allí numerosas coordenadas que nos indican esa cercanía del Reino de Dios. Primero, los mesías falsos que aparecerán; las guerras, porque dice Jesús que se levantará reino contra reino; habla asimismo del hambre y los terremotos. De la misma manera habla de la persecución de los cristianos, y de cómo se enfriará la caridad de muchos. Finalmente dice que se predicará el evangelio a todo el mundo y luego vendrá el fin.

Casi todas esas señales se han ido cumpliendo una a una. El mundo está lleno de mesías falsos. Hombres y mujeres que se proclaman Dios y engañan a muchos y muchas. Hace años se levantó en Estados Unidos Jim Jones, quien mató a más de 900 personas en Guyana aduciendo que el demonio la había emprendido contra él. Hizo que estas 900 personas se suicidaran porque no podían someterse al poder de Satanás. Otro tanto pasó en Wacko, Texas, con David Koresh. Así por el estilo. Las guerras no han terminado y siguen las naciones levantándose unas contra otras. Los terremotos y el hambre hoy día están por todas partes. No obstante, el fin no llega. ¿Por qué? ¿Será que Cristo nos mintió? No, Cristo sabía que en su tiempo ya estaban pasando estas cosas. Son sucesos cíclicos que pasarán siempre. Y si somos observadores, nos daremos cuenta de que no se han cumplido todos los signos. Por lo menos, no se ha predicado el evangelio a toda criatura. Todavía falta que muchas naciones se conviertan a Cristo. Poco a poco el mundo se ha ido espiritualizando, pero sabemos que todavía falta mucho para que esto suceda en la mayoría del universo. La caridad, como dice Jesús, se ha ido enfriando en mucha gente, porque el dinero y el consumo se han vuelto los reyes de este mundo. La gente busca el comfort, el descanso perenne. Mucha gente no desea trabajar, mucho menos donar su tiempo para ayudar a otros.

Cada día debemos observar minuciosamente las cosas, y buscar señales que nos indiquen lo que pasará. No hace falta ser psíquico para darse cuenta de millones de eventos que pasan a nuestro alrededor. Creo que si hacemos eso, Dios se comunicará más con nosotros. Las señales están por todas partes. Hace algún tiempo un estudiante me escribió en una tarjeta que les doy para que escriban diariamente que era cierto que Dios se comunicaba con uno si uno estaba atento. A él le sucedió que estaba involucrado en una relación muy extraña con una mujer casada. Él trataba de salirse pero no podía. Un día que estaba en un motel con ella, oyó con detenimiento una canción que salía por los altoparlantes del lugar. La canción era de Santana, “Black Magic Woman” (Mujer de magia negra). Y cuando él se decidió a oírla, el verso que oyó fue el siguiente: “Turn your back on the babe” (Dale la espalda a la mamacita). Él lo tomó como un aviso, porque después se enteró que la canción trataba del hechizo maléfico que le hacía una mujer a un hombre. Y aunque su “novia” no era una bruja, de alguna manera lo tenía hechizado. Sabía que si seguía en esa relación, se podría buscar un problema enorme, con un marido celoso que lo matara o sabía Dios qué. La dejó y no se arrepintió de haber seguido el consejo que Dios le había enviado en el justo momento.

Si estamos alerta Dios nos hablará. Por eso debemos siempre tratar de observar con calma cómo se desarrollan los sucesos en nuestra vida. La sabiduría nos alcanzará si perseveramos en esa comunicación con el Señor.

1 comentario:

Raúl José dijo...

Efectivamente la observacion es un don, pero hay que trabajarlo tambien. Ya que hablamos de parabolas, me parece que la observacion es como uno de los talentos que Dios nos da y luego nos pedira cuentas de como lo usamos. Hay tanta gente que mira, pero no ve. Que viven, por ejemplo, encerrados en una vida de ritos sin ver las dimensiones humanas de la religion y de la espiritualidad o que miran a una persona pobre y le echan la culpa de su situacion sin ver la cantidad de situaciones que pueden llevar a una persona a ese estado. O que miran a un drogadicto/a y no ven que es un enfermo/a que no necesita carceles, sino tratamientos. Definitivamente, observar es algo que no todo el mundo hace. Muy buena reflexion.