martes, 8 de julio de 2008

Parábola de la oveja (2 Samuel 12:1-4)

Esta parábola tiene como interlocutores a dos personajes muy grandes del Antiguo Testamento. Por un lado el rey David, y por otro el profeta Natán. El contexto de esta narración es muy conocido, porque fue el siguiente. David vio a Betsabé, la esposa del capitán Urías, bañándose, la deseó e hizo que se la trajeran. La poseyó y la hizo su amante. Cuando el capitán regresó, David descubrió que Betsabé estaba encinta e hizo que de alguna manera asesinaran a Urías, mandándolo a poner en el frente de batalla más encarnizado.

Natán le cuenta esta historia a David, y el juicio del rey es que el hombre que ha hecho esto merece morir (6). Es entonces cuando Natán le revela que ese hombre es él mismo. David entonces se arrepiente, confiesa su pecado y le pide perdón a Dios por el pecado cometido. Este arrepentimiento lo podemos encontrar en el salmo 51, llamado el Miserere.

Podemos mirar dos vertientes del tema de esta parábola. Por un lado, tenemos el abuso del poder por parte de la gente rica y poderosa. El rico de este relato lo tiene todo, incluso un ganado enorme, pero para alimentar a la visita, recurre a tomar la única pieza de ganado que tiene el hombre pobre. En la vida cotidiana, este tema recurre una y otra vez. Vemos cómo hay gente rica, que pudiendo pagar servicios en hospitales, tiendas, hoteles, no los pagan porque tienen prebendas con el gobierno y la empresa privada. En una ciudad donde viví, me fijé un día que en un video club tenían puesto el siguiente rótulo en una de las computadoras: "Al señor X (el alcalde de la ciudad) no se le cobra." Otro ejemplo fue que un año, mi planilla de contribución sobre ingresos tenía un error por parte del contable. Yo tenía que pagar $1, 500.00, pero por ese error, la multa y el interés fue de $500.00, a sólo un mes de haber radicado el documento. Sin embargo, un senador le debía al fisco $4,000.00 hacía tres años, y las multas e intereses sólo subían a $400.00. Cuando le pregunté a un empleado de Hacienda cómo era posible que yo debiera todo eso por sólo un mes, y el senador debiera tan poco, su única respuesta fue: "Aquí se le cobra a todo el mundo por igual." Parece que el senador no pertenecía a la clase de "todo el mundo." El presidente Clinton tuvo un romance con una empleada temporera, pero eso sin embargo le subió la popularidad. Si no hubiera sido el presidente, seguro que lo habrían echado del puesto, y le hubieran manchado la reputación. Ése es el mundo de ese rico de la parábola, que no puede tomar de lo suyo para salir de sus problemas, sino que lo hace de los pobres. En Puerto Rico hubo un gran escándalo porque un médico del gabinete del Gobernador se robó un montón de fondos de un instituto que proveía para enfermos de SIDA. ¡¡UN MÉDICO!! ¿Qué médico necesita robar fondos? Con todo el dinero que ganan.

Por otro lado, vemos cómo el hombre pobre cuida de los suyos. Cómo cuida a su ovejita, cómo la ha criado junto con sus hijos. Cuando no tenemos nada, o tenemos poco, cada cosa que poseemos adquiere un valor enorme. Mucha gente rica se suicida porque la vida, llega un momento, en que no vale nada. Como todo lo tienen, ya todo les aburre. Simplificar la vida nos provee paz y tranquilidad. Nos podemos asombrar ante lo más sencillo, porque cada cosa parece nueva. La pobreza es alabada por Cristo porque de ellos "es el reino de los Cielos." Nuevamente vemos cómo Dios se alía con la gente desposeída, con los marginados, con aquellos que sólo tienen como tesoro el reino de Dios.

David aprendió su lección, y de ahí en adelante Dios lo vio con mejores ojos, aunque la desgracia no abandonó su casa. Natán le dijo que su familia viviría por la espada. Y así fue. No dejemos que el infortunio se apodere de nuestra alma por el pecado. Demos a Dios lo que es de Dios, que el César tendrá aquí su única recompensa.

1 comentario:

DE LA MANO DE TERESA DE JESUS dijo...

Es realmente necesario frenar para reflexionar y preguntarnos ¿que estamos haciendo? ¿En que y en quien creemos? para no seguir adelante viviendo una mentira.

Que Dios te bendiga mucho.